lunes, 17 de enero de 2011

Estoy triste

Hoy tengo muchas ganas de llorar. Y mi natural espiritu combativo me pide que no lo haga, que me enfade conmigo misma y que salga a la calle dispuesta a comerme el mundo aunque a los 5 minutos el dolor se vuelva tan insoportable que tenga que hacer una pausa.
Hoy tengo ganas de quedarme en la cama. Pero no porque me resulte insoportable dar unos pocos pasos, ni porque me duelen tanto los brazos que no puedo ni peinarme. Sino porque estoy tan triste que me gustaría quedarme en la cama con la cabeza debajo de la almohada.
Hoy no quiero trabajar. Y aunque puedo permitirme quedarme en casa y hacer desde aqui las llamadas a los clientes o ponerme al día con el montón de trabajo administrativo que tengo atrasado, no me apetece hacer nada de eso. La maldita bruma que cubre mi cabeza es mucho más densa que la que en este momento está cubriendo mi calle, mi manzana y también mi pueblo.
Hoy estoy muy triste. Y tengo muchas ganas de llorar.

lunes, 3 de enero de 2011

Cuánto duele fingir

He perdido la cuenta del tiempo que hace que no me duele nada. En realidad no estoy segura de haber vivido alguna vez una vida en la que el dolor no haya existido. Los que padecemos la fibromialgia, sabemos que a veces te duele más y otras menos, pero que el maldito dolor siempre está ahi, acechando, dispuesto a dejarte algunos momentos de respiro para luego aumentar la intensidad y arrebatarte todo intento de normalidad.
Pero no puedes ir por la vida diciendo todo el tiempo que te duele la mano y no puedes cocinar, o te duele la espalda y necesitas sentarte en un tren lleno en la hora punta, o te duele el pie y no puedes seguir trabajando, o te duele el alma de llevar un dolor a cuestas las 24 horas de cada día de tu vida.
A mi no me gusta quejarme y muchas veces miento. Finjo. Hago de cuenta que estoy perfecta.
Pero cómo puedo mentirme a mi misma? cómo puedo decirme que estoy bien si el dolor se refleja en mi cara?
Hoy (como ayer y como mañana), estoy dolorida. Y cansada. Y sin dormir. Y mañana tendré que levantarme como  cada día y salir a la calle con gafas de sol para ocultar las ojeras y una sonrisa para ocultar el dolor.
Mientras tanto, vuelvo a mirarme al espejo, respiro hondo y esbozo una mueca que no llega a convertirse en sonrisa porque el dolor que se marca en mis facciones me grita: MENTIROSA!!!!!

Y una vez más me doy cuenta, cuánto duele fingir.

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