
Cuando el cansancio se apodera del cuerpo duele todo, hasta el alma. No hay pastillas mágicas, ni brebajes milagrosos, ni promesas maravillosas. Y la noche se te viene encima cubriéndolo todo de negro y escondiendo cualquier resquicio de luz de la que puedas aferrarte.
Pero si hay algo que he aprendido estos dias, es que a pesar de todo, la mañana espera que te levantes y que camines. Aunque te duela.
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